quinta-feira, 22 de outubro de 2009

AS MÃOS #11















Fotografia de Felizarda Barradas, professora, dirigente do SPGL e fotógrafa.

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  1. LAS MANOS

    Dos especies de manos se enfrentan en la vida,
    brotan del corazón, irrumpen por los brazos,
    saltan, y desembocan sobre la luz herida
    a golpes, a zarpazos.

    La mano es la herramienta del alma, su mensaje,
    y el cuerpo tiene en ella su rama combatiente.
    Alzad, moved las manos en un gran oleaje,
    hombres de mi simiente.

    Ante la aurora veo surgir las manos puras
    de los trabajadores terrestres y marinos,
    como una primavera de alegres dentaduras,
    de dedos matutinos.

    Endurecidamente pobladas de sudores,
    retumbantes las venas desde las uñas rotas,
    constelan los espacios de andamios y clamores,
    relámpagos y gotas.

    Conducen herrerías, azadas y telares,
    muerden metales, montes, raptan hachas, encinas,
    y construyen, si quieren, hasta en los mismos mares
    fábricas, pueblos, minas.

    Estas sonoras manos oscuras y lucientes
    las reviste una piel de invencible corteza,
    y son inagotables y generosas fuentes
    de vida y de riqueza.

    Como si con los astros el polvo peleara,
    como si los planetas lucharan con gusanos,
    la especie de las manos trabajadora y clara
    lucha con otras manos.

    Feroces y reunidas en un bando sangriento
    avanzan al hundirse los cielos vespertinos
    unas manos de hueso lívido y avariento,
    paisaje de asesinos.

    No han sonado: no cantan. Sus dedos vagan roncos,
    mudamente aletean, se ciernen, se propagan.
    Ni tejieron la pana, ni mecieron los troncos,
    y blandas de ocio vagan.

    Empuñan crucifijos y acaparan tesoros
    que a nadie corresponden sino a quien los labora,
    y sus mudos crepúsculos absorben los sonoros
    caudales de la aurora.

    Orgullo de puñales, arma de bombardeos
    con un cáliz, un crimen y un muerto en cada uña:
    ejecutoras pálidas de los negros deseos
    que la avaricia empuña.

    ¿Quién lavará estas manos fangosas que se extienden
    al agua y la deshonran, enrojecen y estragan?
    Nadie lavará manos que en el puñal se encienden
    y en el amor se apagan.

    Las laboriosas manos de los trabajadores
    caerán sobre vosotras con dientes y cuchillas.
    Y las verán cortadas tantos explotadores
    en sus mismas rodillas.


    Miguel Hernández

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